Septiembre es el mes patrio y, además de pensar en antojitos mexicanos, también vale la pena hablar de esos dulces tradicionales que forman parte de la memoria colectiva.
Uno de ellos es la jeripa, un postre histórico de Atlixco, Puebla, que llama la atención por su color rosa brillante, su intenso sabor y una preparación que, aunque requiere paciencia, se puede hacer en casa con ingredientes sencillos.
Este dulce no solo es un postre: es un símbolo de identidad de Atlixco, Pueblo Mágico famoso por su clima privilegiado, su tradición florística, su movimiento comercial y turístico, además de sus vistas únicas hacia los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
La magia de la jeripa
Quien la prueba por primera vez se sorprende. A diferencia de otros dulces típicos que muestran sus ingredientes a simple vista, la jeripa esconde su esencia en el interior. Se sirve en cazuelas de barro y se corona con un toque de ajonjolí tostado, pero lo más especial está en su textura suave y en su sabor delicado con notas florales gracias al agua de azahar.
El secreto está en el tiempo. La cocción lenta y constante permite que los sabores se concentren y que el postre adquiera esa cremosidad única que lo distingue.
Un dulce con historia
La jeripa no es solo una receta, es también un pedacito de la historia de Atlixco. Según la tradición, este postre se originó en la época novohispana. Se dice que mientras las élites religiosas organizaban grandes fiestas, los peones y habitantes comunes, excluidos de estos eventos, decidieron crear sus propias celebraciones. Así nació la jeripa, como una muestra de resistencia cultural y también de creatividad culinaria.
Con el paso del tiempo, la costumbre se mantuvo, y hoy la jeripa sigue siendo un dulce emblemático. En especial, se consume durante el Jueves de Corpus Christi, cuando decenas de familias de Atlixco, sobre todo en la colonia San Juan de Dios, preparan cazuelitas de jeripa para ofrecer a los visitantes.
Una tradición que perdura
Preparar jeripa en casa no solo es darse un gusto con un postre delicioso, también es revivir una tradición centenaria que conecta a las familias con la historia y la cultura de Puebla. Así la puedes preparar.

Coloca todos los ingredientes en una olla y cocina a fuego bajo. La mezcla debe estar en constante movimiento para evitar que la leche se pegue y se queme.
Es fundamental controlar la temperatura para que las yemas no se cocinen demasiado rápido.
Con el paso del tiempo, la mezcla se convertirá en una crema tersa y espesa, con un color rosa llamativo.
Una vez lista, vierte la jeripa en cazuelitas de barro y deja enfriar.
Decora con ajonjolí tostado y sirve fría.
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Imágenes/ Directo al Paladar / Gemini y Facebook Región Atlixco
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