Para cualquier alimento mexicano, nunca debe faltar una buena salsa, si estás cansada de las clásicas opciones verde y roja, hoy sabrás cómo hacer 1 litro de salsa tarasca para antojitos, gorditas y quesadillas, perfecta para la Noche Mexicana.
La salsa tarasca es originaria del estado de Michoacán, específicamente de la región de tierra fría y se trata un acompañamiento tradicional que se caracteriza por su sabor picoso y lleno de sabores.
En qué se diferencia la salsa tarasca de la salsa macha
La salsa tarasca es originaria de Michoacán, particularmente de la región purépecha, y se caracteriza por ser la base de la famosa sopa tarasca. Se elabora con chiles secos como el ancho, pasilla o mulato, además de ajo, cebolla y algunas especias con tortilla frita en pedacitos. La preparación consiste en tostar e hidratar los chile secos, para después molerlos juntos, y finalmente sofreír la mezcla en aceite o manteca para concentrar los sabores.
Su textura es espesa, muy similar a un mole ligero, y su sabor combina lo dulce del jitomate con notas ahumadas y especiadas. Además de su uso en la sopa tarasca, también puede emplearse para guisar carnes, acompañar tortillas o dar sabor a enchiladas.
Por otro lado, la salsa macha tiene su origen en Veracruz, aunque también es muy popular en Puebla y Oaxaca, así como en otros lugares de México. Se prepara a base de chiles secos principalmente el chile de árbol, pasilla, morita o guajillo, que se fríen en aceite junto con ajo y semillas como ajonjolí, pepitas de calabaza y cacahuates.
Posteriormente se muelen y se conservan en el mismo aceite, lo que le da su característica textura aceitosa con pequeños trozos de chiles y semillas. Su sabor es intenso, picante y con notas tostadas, la convierte en una salsa muy versátil, ideal para acompañar tacos, quesadillas, carnes asadas, pescados, mariscos e incluso se ha popularizado como topping para pizzas o pastas.

- Retírales el tallo y las semillas. Si quieres menos picante, desvénalos también. Reserva.
- En una sartén grande a fuego medio-bajo, tuesta ligeramente los chiles uno por uno, por ambos lados, durante unos segundos. ¡Cuidado de que no se quemen, ya que amargarían! Deben desprender su aroma y ablandarse un poco.
- Una vez tostados, coloca los chiles en un recipiente y cúbrelos con agua caliente. Déjalos remojar durante al menos 15-20 minutos, o hasta que estén suaves.
- Corta las tortillas en tiras o cuadros pequeños.
- Calienta aproximadamente 1 taza de aceite vegetal en la sartén. Cuando esté caliente, fríe las tortillas por tandas hasta que estén doradas y crujientes. Retíralas con una espumadera y colócalas sobre papel absorbente para eliminar el exceso de grasa. Una vez frías, pícalas un poco más si quieres que los trozos sean más pequeños.
- En la misma sartén donde freíste las tortillas (si queda suficiente aceite, si no, añade un poco más), fríe los ajos enteros hasta que estén ligeramente dorados y suaves. Retíralos y resérvalos.
- Fríe la media cebolla picada hasta que esté transparente y ligeramente dorada. Retírala y resérvala.
- Sin dejar de mover, tuesta en la misma sartén los cacahuates, las semillas de calabaza y el ajonjolí por separado (o juntos si tienes espacio y puedes controlarlos) hasta que estén ligeramente dorados y aromáticos. El ajonjolí se tuesta muy rápido, ten cuidado. Retira y reserva. No frías todo junto si no estás acostumbrado, ya que cada ingrediente tiene un tiempo de cocción distinto.
- Una vez que los chiles estén suaves, escúrrelos y reserva el agua de remojo.
- En la licuadora, coloca los chiles remojados, los ajos fritos, la cebolla frita, la cucharada de sal y aproximadamente 1 taza de agua (o el agua de remojo que reservaste, colándola si quieres evitar impurezas, o caldo de pollo).
- Licúa a velocidad alta hasta obtener una salsa tersa y homogénea. Si es necesario, añade un poco más de agua para ayudar a la licuadora, pero la idea es que quede espesa.
- En la cacerola mediana, calienta el resto del aceite vegetal (unas 1/2 taza).
- Cuando el aceite esté caliente, vierte la salsa licuada con cuidado (puede salpicar). Cocina a fuego medio-bajo, revolviendo ocasionalmente, durante unos 10-15 minutos, o hasta que la salsa espese y los sabores se concentren. Verás que el color se intensifica y la salsa se "sazona".
- Prueba y ajusta la sal si es necesario. Una vez que la salsa esté cocida, retírala del fuego.
- Agrega las tortillas fritas y picadas, los cacahuates, las semillas de calabaza y el ajonjolí tostados.
- Deja enfriar la salsa completamente antes de transferirla a un frasco de vidrio esterilizado.
- Esta salsa se conserva muy bien en el refrigerador hasta por 2-3 semanas, o más si está bien cubierta con aceite. Al ser una salsa macha-estilo, el aceite actúa como un conservador natural. Mezcla bien para que todos los ingredientes se integren con la salsa cuando quieras consumirla.

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