La pasta gratinada es uno de esos platillos que siempre funcionan: reconfortante, rendidora y perfecta para resolver una comida sin complicaciones. Pero lograr ese equilibrio entre una capa superior crujiente y un interior cremoso puede ser un reto. Muchas veces el queso se endurece demasiado, la pasta se reseca o el gratinado no consigue ese dorado que tanto antoja.
Para que tu próxima pasta al horno quede jugosa por dentro y con un gratinado digno de restaurante, reunimos cuatro trucos clave que te ayudarán a dominar la receta sin importar si usas penne, rigatoni, fusilli o cualquier variedad corta. Son consejos simples, pero marcan toda la diferencia al momento de servir.
Prepara una salsa más líquida de lo normal
Uno de los errores más comunes es mezclar la pasta cocida con una salsa demasiado espesa. Durante el horneado, la pasta absorbe humedad y la mezcla se reduce, haciendo que el resultado final quede seco. Lo ideal es preparar una salsa ligeramente más líquida, ya sea de jitomate, queso o crema. Debe verse un poco más suelta de lo habitual para compensar la evaporación dentro del horno.
Pasta con salsa. Foto: Freepik
Usa quesos que fundan bien y mézclalos con pan molido
El gratinado perfecto viene del balance entre quesos que se derriten y otros que aportan textura. Combina mozzarella, chihuahua o gouda con una cucharadita de pan molido o panko. Esta mezcla ayuda a formar una capa superior crujiente y evita que el queso se vuelva una costra dura. También puedes agregar un toque de parmesano rallado para potenciar el sabor.
Cubre la fuente al inicio y destápala al final
Para que la pasta no pierda humedad durante el horneado, es fundamental cubrirla con papel aluminio los primeros 20 minutos. Esto crea un ambiente de vapor que mantiene la pasta cremosa. Después, retira el aluminio y deja gratinar entre 8 y 10 minutos. Este contraste garantiza un interior suave y una cobertura dorada y crocante.
Pasta al horno. Foto: Freepik
No hornees más de lo necesario
El exceso de tiempo en el horno es enemigo de cualquier pasta gratinada. Si ya cociste la pasta previamente, aunque sea al dente, solo necesita alrededor de 30 minutos en el horno para calentarse, integrarse con la salsa y fundir el queso. Hornearla más tiempo hará que se reseque y pierda su textura. Si la vas a recalentar, agrega un chorrito de leche o caldo antes de volver a meterla al horno. Con estos cuatro trucos tu pasta gratinada quedará jugosa, dorada y con esa textura crujiente que hace que todos quieran repetir.
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