A principios de siglo, se creía que muchas de las enfermedades mentales se debían a algún tipo de infección, y en base a eso se extraían diferentes partes del cuerpo. El año pasado, Turgan Canli, profesor asociado de psicología y radiología de la Universidad de Stony Brook, publicó un artículo en la revista científica Biology of Mood and Anxiety Disorders, donde afirma que la depresión debe ser considerada como una enfermedad infecciosa.
Según su teoría, la idea de que la depresión es causada simplemente por cambios en los niveles de serotonina, es incompleta. Se deben de incluir otras posibles causas y tratamientos para este tipo de trastornos psiquiátricos. Y aunque su idea puede parecer un poco rara, hay algunos datos para respaldar su afirmación.
Un estudio del 2012, comprobó que ciertas infecciones del cerebro, sobre todo las cuasadas por Toxoplasma gondii, pueden causar trastornos emocionales muy parecidos a trastornos psiquiátricos. Turgan Canli recopiló esta información para basar su estudio, y también encontró que varios agentes patógenos se han asociado con enfermedades mentales, incluyendo el virus de la enfermedad de Borna, el Epstein-Barr, así como ciertas cepas de herpes, incluyendo varicela zoster, el virus que causa la varicela.
En un estudio danés, publicado en JAMA Psychiatry, se estudiaron los registros médicos de más de 3 millones de personas, y se encontró que aquellos que estuvieron hospitalizados por algún tipo de infección, presentaron un 62 por ciento mayor riesgo de desarrollar un trastorno del estado de ánimo, como la depresión o trastorno bipolar.
Canli cree que los agentes patógenos que actúan directamente sobre el cerebro, pueden desencadenar síntomas psiquiátricos, pero también cree que la actividad autoinmune ocasionada por la infección, juega un papel importante. El estudio danés también encontró que presentar antecedentes de un trastorno autoinmune, aumenta el riesgo de sufrir un trastorno del estado de ánimo en un 45 por ciento.
Varios estudios previos han relacionado la depresión con una elevación en los marcadores de inflamación. Cada día son más los investigadores que aseguran que la actividad autoinmune e inflamatoria en el cerebro, está relacionada con síntomas psiquiátricos. Sin embargo la mayor parte de la investigación actual, son asociaciones, pero causa y efecto entre los problemas de inflamación y de salud mental. Las relaciones podrían ser una cuestión de azar, o puede existir otro factor que no ha sido identificado.
A partir de estas hipótesis se han realizado varios estudios analizando el uso de antiinflamatorios para tratar enfermedades mentales. En un estudio se analizó el uso de inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, junto con el uso regular de aspirina en dosis baja, lo que se asocia con un menor riesgo de depresión, y la suplementación con ibuprofeno está vinculada con menores posibilidades de necesitar atención psiquiátrica. Así que probablemente hay un grupo de personas que se deprimen en respuesta a la inflamación.
Mientras que la psiquiatría tiene un largo camino por recorrer en relación con lo que se sabe de la depresión, además de medicamentos, existen muchos rumbos eficaces, con pocos efectos secundarios, que parecen funcionar como antiinflamatorios, incluyendo el ejercicio, la meditación y los hábitos de sueño saludables.
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