Se puede congelar el pan de muerto: sí, y así puedes conservarlo suave y delicioso por más tiempo

Un día escuché que alguien había congelado su pan de muerto porque se iba a ir a vivir al extranjero y quería llevarse este recuerdo de México. Es que, aunque es difícil visualizarlo, el pan de muerto sí se puede congelar sin que pierda su sabor ni textura, siempre y cuando lo hagas de la forma correcta. En Directo al Paladar te explicamos cómo hacerlo paso a paso y cuánto tiempo puedes conservarlo.

¿Se puede congelar el pan de muerto?

El pan de muerto es un tipo de pan brioche, elaborado con mantequilla, leche y huevo, lo que lo hace ideal para congelar. Estos ingredientes ayudan a mantener su humedad y estructura una vez que se descongela, a diferencia de panes más secos o con rellenos cremosos, que pueden endurecerse o separarse.

Congelarlo es una excelente opción para evitar que se endurezca o se eche a perder, especialmente si compraste varios o lo preparaste en casa.

Cómo congelar correctamente el pan de muerto

• Déjalo enfriar completamente. Si lo horneaste en casa, nunca lo metas caliente al congelador; el vapor generará cristales de hielo que afectarán su textura.

• Envuélvelo muy bien. Usa film transparente o una bolsa hermética para congelador. Si quieres conservarlo por más tiempo, haz una doble capa para evitar que absorba olores.

• Etiqueta con la fecha. Así sabrás cuánto tiempo lleva almacenado.

• Congélalo lo antes posible. Entre más fresco esté el pan al momento de congelarlo, mejor sabrá al descongelarse.

Panes de muerto

¿Cuánto tiempo dura el pan de muerto congelado?

Puedes conservarlo en el congelador hasta dos meses sin problema. Pasado ese tiempo, puede empezar a perder suavidad o sabor, aunque seguirá siendo seguro para comer.

Cómo descongelarlo correctamente

Sácalo del congelador y déjalo a temperatura ambiente durante unas tres a cuatro horas. Si quieres que recupere su textura recién horneada, mételo al horno precalentado a 150 °C durante cinco a diez minutos. Quedará suave por dentro y ligeramente crujiente por fuera, como recién hecho.

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