El pan de muerto es uno de los símbolos más representativos del Día de Muertos en México. Aunque en todo el país se prepara en la temporada del octubre a noviembre, en cada región tiene su propio estilo, sabor y significado.
Oaxaca, Puebla y Michoacán son 3 estados donde esta tradición se vive intensamente, y donde el pan de muerto adquiere formas, colores y texturas que reflejan su cultura y gastronomía local. A continuación, te contamos las diferencias más interesantes entre estos 3 estilos de pan que no pueden faltar en la mesa durante esta temporada.
El pan de muerto en Oaxaca
En Oaxaca, el pan de muerto tiene un sello muy particular. Se elabora con harina, huevo, mantequilla y un toque de anís que le da un aroma inconfundible. En lugar de azúcar espolvoreada, lleva ajonjolí tostado encima, lo que aporta una textura ligeramente crujiente. En muchos pueblos zapotecos, este pan se adorna con caritas de pasta hechas a mano o figuras de alfeñique, representando a los difuntos que se honra en las ofrendas.
Además, en algunas regiones oaxaqueñas, el pan puede ir acompañado de chocolate de metate o de una taza de atole blanco, lo que lo convierte en una experiencia totalmente tradicional.

En Puebla el pan de muerto lleva azúcar y azahar
El pan de muerto poblano es el más parecido al que se consume en la Ciudad de México, con su forma redonda y las tiras cruzadas que simbolizan los huesos. Sin embargo, en Puebla se distingue por su textura esponjosa y su sabor sutil a agua de azahar o ralladura de naranja, que le da un toque floral y fresco.
En Puebla, la costumbre es espolvorear el pan con azúcar blanca o rosa, y acompañarlo con chocolate caliente o café de olla. En los mercados locales, también se pueden encontrar versiones rellenas de crema pastelera o nata, una tendencia reciente que ha conquistado a los más golosos.

El pan de muerto con caritas en Michoacán
En Michoacán, el pan de muerto es toda una obra de arte. Se distingue por tener forma humana, pero también puede ser en forma de flor o calavera. También es conocido como pan de ofrenda y se elabora con harina de trigo y puede decorarse con azúcar teñida. En algunos lugares puede ponerse la dedicatoria al difunto que se quiere honrar.
Su sabor es más denso y menos dulce que el de otras regiones, pues se elabora con canela y piloncillo, lo que le da un tono más oscuro y un aroma profundo. En la región del lago de Pátzcuaro, este pan es fundamental durante las celebraciones del 2 de noviembre.

Cada pan de muerto regional cuenta una historia distinta, pero todos comparten el mismo propósito: honrar la memoria de quienes ya no están. Mientras que en Oaxaca predomina el simbolismo, en Puebla resalta la dulzura y el refinamiento, en Michoacán la conexión con los rituales antiguos sigue viva. Así que, si este año quieres darle un giro a tu altar, anímate a probar los 3 estilos y descubre cómo cada bocado guarda una parte de México.
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