El ají amarillo es uno de los ingredientes más representativos de la cocina peruana. Su color intenso y sabor ligeramente picante lo convierten en la base de muchas recetas tradicionales como la papa a la huancaína o el ají de gallina. Pero también puede convertirse en una salsa cremosa, lista en apenas 20 minutos, que resulta ideal para darle un toque especial a tacos, empanadas o incluso carnes a la parrilla.
Esta receta sencilla aprovecha la versatilidad del ají amarillo y lo transforma en un acompañamiento que realza cualquier platillo. A continuación, te contamos algunos trucos poco conocidos para que tu salsa quede perfecta y conserve ese color que tanto la caracteriza.
Cómo suavizar el picante sin perder el sabor del ají
Uno de los secretos para que la salsa de ají amarillo sea cremosa y no demasiado picante está en el proceso de cocción. Hervir los chiles por unos minutos ayuda a suavizar su intensidad, pero sin eliminar su sabor característico. Si prefieres una versión aún más ligera, puedes retirar las semillas y venas antes de cocinarlos. Este paso hace que la salsa sea más agradable al paladar y más versátil para quienes no están acostumbrados a los sabores muy picantes.

El toque cremoso que hace la diferencia
Para conseguir una textura sedosa, la clave está en añadir ingredientes que aporten cuerpo y suavidad. En Perú, es común usar queso fresco y leche evaporada, lo que le da una consistencia espesa y un sabor equilibrado. Sin embargo, también puedes optar por crema o yogur natural si buscas un resultado más ligero. Lo importante es integrar estos elementos poco a poco en la licuadora, para lograr una salsa uniforme y brillante.
Aunque se trata de una receta tradicional de Perú, esta salsa tiene un potencial enorme en la cocina mexicana. Úsala como dip para empanadas, untada en tacos de pollo asado o incluso como aderezo para ensaladas frescas. Otra opción es servirla como acompañamiento de papas fritas o yuca al horno, logrando una fusión deliciosa entre lo peruano y lo mexicano.

- Lava los ajíes, retira semillas y venas, y hiérvelos en agua durante 5 minutos para suavizar el picante.
- En una sartén, calienta el aceite y sofríe el ajo hasta que dore ligeramente.
- Lleva los ajíes cocidos a la licuadora junto con el ajo, el queso fresco, la leche evaporada y las galletas.
- Procesa hasta obtener una salsa cremosa y homogénea. Si está demasiado espesa, agrega un poco más de leche.
- Ajusta la sal al gusto y sirve de inmediato para acompañar tacos, empanadas o papas fritas.
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