Si tienes días libres y no sabes a donde ir, aléjate de las lluvias y date una escapada a este Pueblo Mágico en Guanajuato que tiene arquitectura colonial, santuarios y comida deliciosa.
Date una escapada a este destino turístico que se encuentra a menos de 2 horas de la capital de Guanajuato y que es una gran opción para ir de ida y vuelta estas vacaciones, donde puedes disfrutar de un buen clima, un ambiente relajado y disfrutar con tu pareja, amigos o familia.
Cuál es el destino en Guanajuato, donde hay arquitectura colonial, santuarios y comida deliciosa
Comonfort, es un Pueblo Mágico adscrito desde 2018 y se encuentra ubicado a tan solo 30 minutos de Celaya o San Miguel de Allende, a 1 hora de Querétaro, 1 hora y media de Guanajuato, 2 horas de León o Morelia, y aproximadamente 3 horas desde la Ciudad de México o Toluca.
Limita al norte con San Miguel de Allende, al este, noreste y sureste con el estado de Querétaro, al sur con Celaya y Apaseo el Grande, y al oeste con Santa Cruz de Juventino Rosas.
Antiguamente conocida como San Francisco de Chamacuero, se trata de una región que fue colonizada por los españoles en 1562, quienes, al asociarse con grupos indígenas de otras zonas, lograron proteger el asentamiento de los constantes ataques chichimecas.
Con el paso del tiempo, adoptó el nombre de Comonfort en honor al general y expresidente Ignacio Comonfort y, gracias que está a 2 mil 400 metros sobre el nivel del mar, este destino turístico goza de un clima templado con una temperatura media de 19 °C durante gran parte del año.
Entre los atractivos que puedes disfrutar se encuentran el Antiguo Palacio Municipal, las Capillas de indios siglo XVI, el Centro Histórico, el Cerro de los remedios, la Escuela de Artes INBA (antigua estación de Fábrica de Soria Ferrocarril), el Jardín 5 de Febrero, el Museo Doctor José María Luis Mora, así como sus templos o santuarios más conocidos como la Parroquia de San Francisco o el Templo de la Señora de los Remedios.
Este Pueblo Mágico es un lugar donde convergen la historia, las leyendas y las tradiciones vivas que se reflejan en sus monumentos, su gente y su vida cotidiana. Entre sus expresiones más significativas se encuentra uno de los oficios más representativos es el de los artesanos molcajeteros, quienes dan forma a la piedra volcánica con maestría ancestral, creando los tradicionales molcajetes de piedra volcánica
Gracias a producción, aún es posible preparar salsas con ese sabor auténtico que solo se logra con este instrumento. Este arte ha sido heredado de generación en generación desde tiempos prehispánicos, sigue vivo y enraizado en la localidad, donde es posible visitar los talleres de molcajetes y llevarte uno a casa. Otras opciones de souvenirs son la gran variedad de artesanías como los comales de barro, la cerámica y las piezas de carrizo.
Si buscas llevarte un recuerdo, el municipio es reconocido por su artesanía textil, con vestidos y trajes hechos a mano, además de productos como canastas, tascales, molcajetes, metates, figuras de piedra labrada y piezas decorativas de latón.
Pero eso no es todo, ya que aquí también puedes conocer el Viñedo San Miguel o visitar la Zona arqueológica de Orduña de Abajo. Y si te preguntas qué comer, debes saber que esta es la cuna de las tortillas ceremoniales, las cuales, están estampadas con sellos de madera y entintadas con muicle (una planta ancestral que le brinda un tono morado) y son elaboradas como una forma de rendir respeto y gratitud.

La riqueza gastronómica de Comonfort se refleja en su cocina tradicional, donde cada platillo cuenta una historia. Entre las especialidades más representativas destacan las gorditas de maíz quebrado, rellenas de requesón o migajas de carnitas, y que van acompañadas con guisos caseros que varían según la temporada y disponibilidad de ingredientes.
También es imperdible probar las nieves artesanales, preparadas con ingredientes naturales y sabores regionales, ideales para refrescarse mientras recorres el pueblo. Otro clásico son los dulces típicos, como la famosa fruta de horno, el gaznate relleno de merengue y la entrañable vaquita, un dulce tradicional que no puede faltar.
Para cerrar con broche de oro esta experiencia culinaria, puedes disfrutar de una comida otomí preparada por una cocinera tradicional, quien puede compartirte los sabores, técnicas y saberes heredados de generación en generación.

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