Cuando alguien nos pregunta ¿qué te gusta comer? muchos acostumbramos contestar con un "De todo", pero la realidad es que todos tenemos algún alimento o ingrediente que no nos gusta. A mí, por ejemplo, no me gustan las habas secas ni el apio cocido, aunque este último lo he aprendido a comer fresco, mientras que las habas, si están verdes o fritas, me encantan.
Particularmente, esos no gustos se acentúan en la infancia, pero afortunadamente nuestro paladar va madurando conforme cumplimos años, además de que es con la edad con la que nos vemos obligados a comer más sano y a manejar mejor el dinero que ingresa a nuestros hogares, lo que nos lleva a ir incluyendo algunos alimentos, como el brócoli, la berenjena, los ejotes, los rábanos, la coliflor y la col, que quizá son las hortalizas que menos gustan en la niñez.
Con esta idea, hoy comparto con ustedes algunos consejos para ir incluyendo en nuestra alimentación aquellos ingredientes que no nos hacen tanta gracia.
Vuélvelo irreconocible
Para volver irreconocible un ingrediente podemos optar por varias técnicas, como lo es incluirlos en salsas o purés. El truco consiste en cambiar la imagen de la verdura que tenemos en nuestra cabeza y asociarla con una imagen de una buena comida.
Úsalo en una receta que realmente te guste
Así como hay alimentos que no te gustan, también hay platillos que te encantan, y es justo en ellos donde podemos agregar un poco de esos ingredientes que tanto odias, y quien sabe, puede que incluso haga aún más rica esa comida.
Pruébalo en un plato étnico
Ya sea un plato tailándes, chino, japonés y por qué no, mexicano. Lo cierto es que muchas veces, algunos alimentos como el brócoli y los germinados se vuelven más atractivos cuando los combinamos con sabores a los que no estamos acostumbrados. Después de todo, en la cocina se trata de experimentar.
Haz la mejor receta que puedas encontrar
Hoy en día, encontramos en Internet muchos sitios de gastronomía y recetas de cocina, así que nos es cada vez más sencillo encontrar las opiniones de diversas recetas, de modo que no tenemos pretexto para no encontrar la receta más recomendada que tenga ese ingrediente que tanto odiamos y cocinarla, te puedes llevar grandes y agradables sorpresas.
No tienes por qué comerlo como mamá lo prepara
Quizá las mamás me van a odiar por esto, pero lo cierto es que muchos no gustan de las verduras porque cuando eran niños sus mamás o abuelas las cocinaban tan seguido y de una manera tan poco apetecible, que los llevaron a no quererlas ver ni en pintura, y a eso le podemos agregar las amenazas o castigos por no comerlas.
Así que nada, si mamá las preparaba cocidas con caldo de pollo u otra manera que aborreces, ¡olvídate de ello!, deja al lado el viejo recetario y anímate con otras preparaciones: puedes asar, saltear, combinar con salsas y aderezos, agregar quesos, frutos secos y mucho más para crear platos deliciosos.
Prueba su versión más sútil
Un ejemplo sencillo para esta recomendación es el chile, podemos empezar, por ejemplo, con los pimientos, que tienen un tono dulce con un muy sútil toque picante, para después ir pasando por el chile poblano, el jalapeño, el de árbol, hasta llegar a los más picantes como el habanero. Vamos, que hay que ir educando al paladar.
Inténtalo una vez más
Cuando era niña, tenía cierta alergia al pescado, por lo que en mis primeros años decidí que no me gustaba, lo mismo me pasó con las lentejas, y pasaron años sin volver a probarlos. Lo cierto es, que años después puedo comerlos sin ningún problema, simplemente cuestión de probarlos una vez más.
¿Otro ejemplo? Los chapulines. Conozco a personas que aseguran que no les gustan, por el hecho de que son insectos pero, si se les pregunta si alguna vez los han comido, la respuesta es no. ¿cómo puede no gustarte algo que nunca has probado?
Ahora bien, si ya has intentado con todas estas recomendaciones y algo sigue sin gustarte ¡déjalo ir! y acepta el hecho de que algunos ingredientes no son para tí, tal como algunas otras cosas en la vida.
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