La sal es el condimento por excelencia en el mundo. No obstante, debido a que estudios científicos han comprobado que consumirla en exceso puede provocar hipertensión arterial, retención de líquidos y predisposición a enfermedades cardiacas, cada vez más gente busca alternativas saludables de ella misma.
La opción más socorrida para esta finalidad es la sal rosa del Himalaya. Sin embargo, en la actualidad ya se habla de que tanto ésta, como la normal, poseen propiedades y tienen repercusiones en el organismo bastante similares. Por lo tanto, la solución es elegir lo que más se acerque a tus ideales nutrimentales del día a día.
Por principio se le reconoce la ventaja de que, como es obtenida directamente de rocas completas que se encuentran enterradas en minas pakistaníes —y que pertenecieron a cuerpos milenarios de agua salobre—, está enriquecida con muchos más minerales que la sal común.
Se estima que puede contener hasta 84 oligoelementos diferentes. De hecho son estos minerales, especialmente el hierro, calcio, potasio y magnesio, los que le dan su característico color rosáceo. No obstante, el componente principal de esta sal no deja de ser el cloruro de sodio (aunque en menor proporción), con sus propiedades de siempre.
Existe un estimado de que una cucharadita de cualquier tipo de sal finamente molida puede contener alrededor de 2.3 miligramos de sodio, mientras que una de sal rosa gruesa variará según el tamaño del cristal, pero podría contener menos de 2 miligramos de la misma sustancia.
Sobre este producto sazonador de origen oriental se ha especulado mucho. Por ejemplo, alrededor de él se ha construido la creencia de que ayuda a mejorar enfermedades respiratorias, así como a equilibrar el pH del cuerpo, reducir signos de envejecimiento, mejorar la calidad del sueño, regular el azúcar de la sangre y hasta aumentar la libido. Pero hasta el momento no se ha comprobado al 100% que cualquiera de las propiedades anteriores no las tenga en la misma proporción la sal normal.
Algo que es innegable es que la sal rosa del Himalaya es mucho más cara. Por lo menos 20 veces más que la de mesa que se consume cotidianamente en todo el mundo. Mucho de ello se le atribuye al marketing aparejado del hecho de que su recolección es a mano y proviene de hace muchos cientos de años.
A final de cuentas, la sal común o la granulada de mar son igualmente buenas para mantener los electrolitos en el cuerpo que son esenciales para el procesamiento de la información y la comunicación de las células cerebrales, así como para mejorar el sistema inmune del cuerpo y aumentar la resistencia frente a las infecciones y enfermedades bacterianas.
Si por el sabor o presentación tú tienes alguna favorita, estás en todo tu derecho de inclinarte casi por igual por una y otra. A pesar de que la rosa se ve más chic y es más cara, puede ser igual de buena o mala para tu salud que la que comes normalmente.
Fuentes: Business Insider | Health Line | Orgánicos en línea