Seguro te ha pasado que compras de nuevo ese perfume que tanto te gustaba y, cuando lo usas, notas que ya no huele igual. No es tu imaginación, ni que tu olfato haya cambiado con la edad (aunque eso también influye un poco). La razón principal está en la regulación internacional de ingredientes que obliga a las casas perfumistas a reformular sus creaciones.
Ingredientes prohibidos o limitados
Un ejemplo claro es el musgo de roble, un ingrediente clásico en familias olfativas como los chipres y fougères. Aporta calidez y notas amaderadas, pero también puede causar dermatitis en algunas personas. Por eso, la Unión Europea limitó drásticamente su uso, lo que obligó a muchos perfumistas a modificar fórmulas históricas.
Ramón Monegal, perfumista español y académico de la Academia del Perfume, recuerda aquel momento como un “batacazo tremendo”, porque significó perder una de las materias más icónicas del sector. Desde entonces, muchas marcas lo sustituyen con moléculas sintéticas como el Evernyl, que imitan el aroma sin los riesgos de irritación.

Regulaciones cada vez más estrictas
De acuerdo con Belén Carazo, directora científico-técnica de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa), todos los ingredientes —naturales o sintéticos— pasan por pruebas toxicológicas y dermatológicas. Cuando existe alguna sospecha, se reduce su uso o se prohíbe.
Estas reglas no solo aplican a los nuevos perfumes, también obligan a reformular los que ya están en el mercado. Y como la Asociación Internacional de Fragancias (IFRA) actualiza sus normas cada dos o tres años, los ajustes son constantes. Por eso, perfumes icónicos han sido modificados.
El arte invisible de reformular
Detrás de tu frasco favorito hay horas de trabajo que casi nunca se cuentan. Los perfumistas hacen malabares para mantener el mismo aroma a pesar de las limitaciones. Algunos eliminan ingredientes y evalúan el resultado, otros buscan equivalentes sintéticos o combinaciones que equilibren la fórmula.
El propio Monegal explica que incluso los ingredientes naturales cambian año con año, dependiendo del sol, la lluvia o la cosecha. Así que, aunque uses la misma fragancia, el lote 2023 puede no oler idéntico al de 2024.

La naturaleza también frena
Aunque hoy se valora lo “natural”, no siempre es lo más seguro. Algunos aceites esenciales contienen alérgenos y sensibilizantes que requieren más control. Además, su precio y disponibilidad varían mucho, lo que ha impulsado el uso de moléculas sintéticas más estables y accesibles.
Eso no significa que lo sintético sea peor: la perfumería moderna nació gracias a la ciencia, y sin ella muchos de los aromas que amamos no existirían. Sin embargo, como advierte Monegal, los olores sintéticos suelen ser más “lineales” y menos expansivos que los naturales, por lo que el reto de los perfumistas es equilibrar seguridad, creatividad y calidad.
Así que si notas que tu perfume “de siempre” ya no huele como antes, la razón está en las regulaciones de seguridad y salud, que obligan a reformular fragancias icónicas. No es que esté adulterado o hayas perdido sensibilidad, es simplemente la industria adaptándose a los tiempos.
También te puede interesar: No solo el rollo de papel elimina malos olores en el refrigerador, este ingrediente también lo hace
Ver 0 comentarios