Dedicarle tiempo a la comida, un hábito que nos ayuda a comer menos

Dedicarle tiempo a la comida, un hábito que nos ayuda a comer menos
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Cuando se habla de comer bien, todos se enfocan en las mismas reglas, que principalmente son seleccionar los mejores ingredientes, elegir alimentos no procesados, cuidar la forma en que preparamos los alimentos, beber suficiente agua y no omitir ciertos tipos de alimentos.

Pero, la mayoría olvida mencionar un elemento que es igual de importante: el tiempo. Hoy en día, las actividades diarias nos han reducido significativamente el tiempo que dedicamos a comer, a tal grado, que para los alimentos que más tiempo requerimos, el desayuno y la comida, son en los que tenemos menos tiempo, y caso contrario, la cena, en la que debemos consumir menos, el tiempo es mucho más amplio.

El ritmo diario que actualmente seguimos, nos impide buscar opciones saludables, obligándonos a consumir lo primero que encontramos de comida, frecuentemente comida rápida y en algunos casos, comida que sacamos de una maquina expendedora, que viene siendo comúnmente comida chatarra.

Si de por si, esta perspectiva ya es preocupante, hay que añadirle que la mayoría olvidamos hacer una pequeña colación por la mañana y otra por la tarde, como la mayoría de los nutricionistas recomiendan por qué "tuvimos un día tan ocupado, que ni tiempo nos dio".

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Saciedad, una señal emitida por el cerebro

saciedad

Recientes investigaciones científicas señalaron que cuando comemos rápido se consumen más calorías y eso es debido a que no le damos tiempo a nuestro organismo de procesar los alimentos y nos permita sentirnos satisfechos, por lo que ingerimos más alimento pues aún tenemos hambre; eso aunado a que al no darnos tiempo para disfrutar de las características, sabores, aromas e ingredientes de nuestros alimentos, provoca que poco tiempo después volvamos a sentir hambre.

Recordemos, que desde el momento que empezamos a comer hasta que el cerebro comienza a enviar señales de saciedad transcurren 20 minutos, por lo que comer sin prisa permite el tiempo suficiente para desencadenar la señal del cerebro de que estamos satisfechos y dicha sensación de saciedad se traduce en comer menos. Así lo demostró una investigación realizada por la Asociación para el Estudio de la Obsidad de América del Norte.

El principio del placer

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No solo comer despacio y con la atención puesta en los alimentos ayuda a comer menos, sino además mejora la experiencia de comer. Para dominar este hábito, lo recomendable es poner música tranquila, apagar el televisor y dejar al lado los teléfonos celulares u otras fuentes de distracción y así poder concentrarse en la comida.

Si no estás acostumbrado a esto, una buena manera de empezar es hacerlo al final de la comida, con el postre, ya sea una rebanada de pastel, una galleta o una pieza de fruta, después de todo, cuando llegamos a esta parte de la comida muchos se sienten aún con hambre.

Simplemente, desconéctate de cualquier distracción, dale un mordisco, cómelo despacio, saborea y no hagas nada más. Disfruta de la textura, el sabor y en lo que ese postre te hace sentir. Notarás que con sólo dos o tres bocados alcanzarás esa sensación de saciedad y de placer que estamos buscando ¡sin haberte comido todo el postre!

Cambiar los hábitos no es fácil

Debemos darnos cuenta que tenemos que pensar en la alimentación como una actividad básica y fundamental de nuestras vidas, y no como una actividad que nos quita tiempo. Comer despacio y tomar bocados más pequeños es un hábito que tenemos que fomentarnos pero que no es fácil de seguir.

Para hacerlo más llevadero, hay que ocuparnos de que nuestras comidas sean regulares, e intentar no pasar más de cuatro horas sin probar alimento. Un descanso de 15 minutos para comer un bocadillo y tomar un vaso de agua será suficiente para además aliviar el estrés.

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