Los granos de kéfir de leche, conocido popularmente como búlgaros es una bebida hecha a base de lácteos fermentada consumida desde hacer siglos en Europa del Este y por cuyas raíces turcas significa “sentirse bien”. Si aún no lo sabes, puedes hacer búlgaros desde cero en casa.
Los habitantes de la región montañosa del Cáucaso fueron perfeccionando gradualmente la forma artesanal de elaborar este producto a tal grado de que su longevidad y buen estado de salud despertaron el interés del microbiólogo Elie Metchnikoff, quien, tras diversos estudios científicos, concluyó que estos beneficios se debían en gran parte al consumo regular de kéfir.
El kéfir contiene una gran variedad de microorganismos benéficos, posteriormente conocidos como probióticos. Estos microorganismos, cuyo nombre significa "a favor de la vida", forman parte de la microbiota intestinal.
Cuando se encuentran en cantidades adecuadas, los probióticos ayudan a mantener bajo control a los microorganismos patógenos que causan infecciones. Además, favorecen la absorción de minerales como calcio, hierro y magnesio, y fortalecen el sistema inmunológico, entre otros beneficios para la salud.

- Coloca los búlgaros en el frasco limpio.
- Agrega la leche y mezcla suavemente.
- Cubre el frasco con un paño o tapa suelta para que respire.
- Deja fermentar a temperatura ambiente (20-25 °C) durante 24 a 36 horas.
- Si hace calor, fermenta más rápido; si hace frío, puede tardar más.
- Cuela el kéfir usando un colador plástico para separar los gránulos.
- Guarda la bebida en el refrigerador y vuelve a usar los gránulos con leche nueva

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