Recién terminaron las vacaciones y con ellas, el inicio de clases, odiadas por los alumnos, amadas por los padres, al mantener a sus hijos ocupados y no tenerlos en un estado de ocio en la casa. Aunado al cambio de horario, los desvelos suelen ser frecuentes en estudiantes, lo cual puede traer problemas de aprendizaje por falta de sueño.
Y no solo los niños, también los adultos. Uno de los causantes se la privación del sueño, son los dispositivos electrónicos. Netflix en la televisión, después en el Smartphone y para terminar el día, en la Tablet. Todo esto merma la cantidad de sueño de cada noche.
Hace poco leí un articulo, en el cual se hizo un estudio sobre el sueño. Un programa de televisión alemán sobre ciencia, reclutó a 10 voluntarios que fueron sometidos a vivir por 8 semanas en condiciones prehistóricas: sin luz, sin internet, sin smartphones, sin relojes ni alarmas.
Los participantes, antes del estudio, dormían pasada la media noche, y despertaban a las 7 am. Bajo las condiciones del experimento, se despertaron media hora mas temprano.
Antes del experimento, los voluntarios dormían en promedio 6 horas, y durante este, su sueño aumento a 7 horas y un poco mas. De acuerdo a los científicos, 7 horas de sueño diario, es un parámetro recomendable.
Con la privación del sueño, se desencadenan una serie de trastornos: se pierde la empatía, se es más sensible al dolor, interfiere con la cognición y esta asociado a accidentes automovilísticos.
Los niños preescolares requieren entre 11 y 12 horas de sueño, mientras que los escolares 10 horas y los adolescentes entre 9 y 10 horas cada noche. Cuando los estudiantes cubren su requerimiento de sueño, este se ve reflejado en su desempeño académico. En Estados Unidos, procurando la salud y rendimiento de los jóvenes, se estableció iniciar las clases mas tarde, lo cual ha tenido resultados favorecedores.
Las instituciones de salud americanas, hacen un llamado para informar a la población de lo importante que es cubrir con la cuota de sueño diario, también mencionan que podemos arreglar la privación del sueño, apagando los dispositivos electrónicos o quitarnos ese terrible hábito de tenerlos siempre a la mano y en todo momento.
Vía | The New York Times
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