La pérdida de audición relacionada con la edad afecta a una de cada tres personas a los 65 años de edad. Datos que no nos deberían de parecer sorprendentes, sobre todo cuando estamos acostumbrados a explotar a nuestros oídos durante toda la vida: sonidos fuertes en el trabajo, utilizar audífonos con música fuerte, sonidos de tráfico, entre muchos otros.
Sin embargo, la pérdida de audición puede resultar frustrante, embarazosa y puede llevar al aislamiento. Además de dejar de disfrutar de placeres diarios, también puede poner en peligro la independencia de la persona. Sabemos que el oído humano es una excelente cámara acústica que nos permite identificar una gran variedad de diferentes sonidos, además nos permite identificar si el sonido proviene de nuestro lado izquierdo o derecho, si es lejano o cercano. ¿Te imaginas perder esto?
Casi todo el mundo experimenta problemas para oír alguna vez en su vida, ya sea por acumulación de cerilla o líquido en el oído, infecciones del oído, o cambios en la presión del aire, por ejemplo al despegar en un avión. Conforme envejecemos la pérdida de la audición es casi inevitable, la diferencia es que puede ser una pérdida ligera o total. Esto depende de varios factores como la exposición a ruidos fuertes, ruidos ocupacionales y recreativos, algunos medicamentos y enfermedades, o factores hereditarios.
La pérdida de audición se diagnostica basándose en la historia de la persona, su estilo de vida y a través de una prueba de audición. Si respondes afirmativamente a cualquier de las siguientes preguntas, es conveniente que te realices una prueba de audición.
- ¿Siempre le estás subiendo el volumen a la televisión o al radio?
- ¿Evitas situaciones sociales o conocer gente nueva porque te preocupa entenderles?
- ¿Te sientes confundido en restaurantes o fiestas?
- ¿Les pides a las personas que repitan lo que dijeron?
- ¿Casi siempre tienes llamadas perdidas por qué no escuchas tu celular? ¿Te cuesta trabajo escuchar cuando hablas en el celular?
- ¿Las personas se quejan de que nunca las escuchas?
Las evaluaciones auditivas incluyen una historia clínica y la revisión de tus oídos, nariz y garganta, seguido de unas pruebas de audición simples. Un audiograma es el siguiente paso. La prueba de audiograma se realiza en una cabina insonorizada, donde se te colocan unos audífonos para evaluar cada oído de forma individual. Se mandan una serie de tonos en distintas frecuencias, y la persona encargada te pedirá que le indiques el tono más bajo que puedes escuchar en cada una de las escalas de frecuencia: baja, media y alta.
Las personas que tienen una excelente audición, pueden escuchar los tonos tan suaves como 20 decibeles (dB) o menos. Si no puedes escuchar los sonidos más suaves que 45 a 60 dB, tienes una pérdida auditiva moderada, y si no se oyes el sonido hasta que llega a los 76 a 90 dB, entonces tienes una pérdida de audición severa. Pero no solo se trata de escuchar tonos, si no de comprender palabras. Así que seguramente en la prueba también escucharas una serie de palabras en varios volúmenes para encontrar tu umbral de recepción del habla, o el nivel de dB más bajo en el que puedes escuchar y repetir la mitad de las palabras.
Para que entiendas mejor la diferencia en decibeles, hablemos de sonidos cotidianos. Por ejemplo, un susurro se encuentra alrededor de los 30 dB, una conversación normal ronda los 60 dB y una lavadora se encuentra alrededor de los 78 dB. El tráfico de la ciudad ronda entre los 80 y los 90 dB, la sirena de una ambulancia llega a los 120 dB y el molesto sonido del motor de un avión al despegar es de 140 dB.
A pesar de que la tecnología ha ocasionado que estemos expuestos a más ruido en nuestro día a día, también gracias a ella contamos con dispositivos de ayuda auditiva que ayudan impresionantemente en estos casos. Si la pérdida auditiva es debido a daños en el oído interno, una prótesis auditiva te puede ayudar haciendo los sonidos más fuertes.
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