Si ya le entraste al Kéfir, aquí te van unos tips para que te deje de saber feo

El kéfir tiene un sabor fuerte, no muy agradable al principio. Foto: Pexels y Freepik

Cristina Díaz

Editora en Jefe

Si ya pasaste los 30, es probable que empieces a interesarte en alimentos que mejoren tu salud digestiva y fortalezcan tu sistema inmune. Uno de los más populares es el kéfir, una bebida fermentada rica en probióticos. Pero seamos honestos: aunque sus beneficios son increíbles, su sabor puede ser un reto. Aquí te damos tips fáciles para que te empiece a gustar (o al menos, no lo sufras).

¿Qué es el kéfir?

El kéfir es una bebida láctea fermentada, similar al yogur líquido, producida por la acción de levaduras y bacterias beneficiosas conocidas como gránulos de kéfir. Su origen se remonta a miles de años en la región del Cáucaso, donde era elaborado en odres de piel de cabra.

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Su nombre proviene del turco "keif", que significa “agradable sensación” o “sentirse bien”. Y aunque el sabor puede no parecer agradable al principio, sus beneficios lo compensan con creces.

El kéfir tiene miles de años siendo consumido. Foto: Freepik Pexels.

¿Para qué sirve el kéfir?

Esta bebida es una fuente natural de calcio, fósforo, magnesio y vitaminas del grupo B, además de vitamina K. Contiene aminoácidos esenciales y proteínas de fácil digestión. Entre sus beneficios destacan:

Mejora la microbiota intestinal

Refuerza el sistema inmunológico

Contribuye a una mejor digestión

Ayuda en procesos de cicatrización

Puedes tomar el kéfir con fruta. Foto: Freepik

¿Cómo tomar kéfir si no te gusta su sabor?

Sabemos que el sabor fuerte y ácido del kéfir natural puede resultar desagradable al principio. Pero con estos tips puedes hacer que sepa mejor sin perder sus propiedades:

Tómalo de un solo trago: sin saborearlo, como si fuera medicina. Puede ayudar si lo mantienes bien frío.

Hazlo batido: mezcla el kéfir con frutas como plátano, mango o fresa. También puedes agregar espinaca o pepino para una versión verde.

Mézclalo con granola o avena: ideal como desayuno o cena ligera. Evita cereales azucarados.

Úsalo como aderezo: combínalo con hierbas y limón para ensaladas o postres.

Evita endulzarlo: aunque la miel o estevia son opciones naturales, es mejor acostumbrarte al sabor original.

Lo ideal es consumir entre 200 y 600 ml al día, de preferencia en ayunas para mejorar la absorción de probióticos. Dale una oportunidad.

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