Para aquellos aficionados a la cocina de mar con insumos frescos y para quienes disfrutan de propuestas marinas cuyas elaboraciones no requieren de grandes fórmulas pero sí de mucho sabor, buen ingrediente y gran frescura, Amapola, la nueva propuesta de los chefs Benito Molina y Solange Muris te hará sentir como si estuvieras en la playa.
Hablar de la cocina del Valle de Guadalupe —y, en particular, de la gastronomía de Baja California— es pensar en una propuesta honesta, natural y profundamente ligada a la frescura de sus ingredientes. Justo esa esencia es la que se refleja en el menú de este nuevo restaurante ubicado en el wine resort, Banyan Tree Veya.
Qué podemos encontrar en Amapola, restaurante en Banyan Tree Veya
La idea de este restaurante surgió cuando los chefs Solange Muris y Benito Molina discutían la posibilidad de trasladar Manzanilla, su icónico restaurante de Ensenada, a otra ciudad. Así lo contó Muris en entrevista para Directo al Paladar México.
Finalmente, optaron por crear Amapola, un concepto propio cuyo nombre rinde homenaje a la flor silvestre que brota cada primavera en los terrenos del hotel: un símbolo de belleza natural que refleja la filosofía del proyecto, basada en raíces profundas, autenticidad y una estética delicada.
Amapola propone una experiencia única y relajada a través de un menú de seis tiempos, disponible solo para 16 comensales, con una vista privilegiada hacia el Valle. Es también una forma de reencontrarse con esta región después de su etapa en el restaurante Silvestre.
Aquí, la prioridad absoluta son los ingredientes locales, el respeto al producto y el uso de lo que el entorno inmediato ofrece: pescados, mariscos y vegetales de la zona. La experiencia inicia con una interpretación de la clásica Ensalada César, que celebró su centenario el año pasado. Según detalla el chef Benito Molina, se trata de un “taquito marino” hecho con lechuga aderezada al estilo César, atún aleta azul y caviar.
Después llega una selección de conchas frías y calientes como mejillón, almeja, ostión y abulón rojo y azul, estos últimos son productos difíciles de encontrar frescos, ya que la mayoría se comercializa enlatada o se destina a la exportación.
El siguiente tiempo es un estofado de cangrejo con berenjenas, inspirado en la idea de un burrito, un guiño a la gastronomía local, que se acompaña con tortilla de harina. Luego se sirve un plato de codornices, elaboradas con aves locales; continúa un pescado en caldo con frijol y, para cerrar, un corte de carne sazonado con sal de San Felipe, crema de Rancho Ramonetti y caviar de la región.
La chef Solange asegura que “la línea es utilizar los productos que estén cerca, que no haya una contaminación del manejo, que sean sostenibles, directamente del proveedor, no buscar intermediarios”.
Se prevé que el menú cambie dependiendo la temporada del año, pues para respetar la veda y hacer conciencia de esta información. Están abiertos desde el mes de octubre y sus horarios son viernes y sábado para huéspedes del resort y los jueves para clientes de fuera, a fin de que se lleven toda la experiencia, desde la vinícola y todo lo que hay detrás de cada vino en un maridaje a cargo de Pictograma.
La chef compartió que, tras casi 30 años de trabajo en Baja California, lo más valioso de su labor no son los reconocimientos, sino la capacidad de conectar a las personas con sus recuerdos a través de los ingredientes.
Solagne explicó que, un cocinero, debe preocuparse por conservar, enseñar y compartir, porque la cocina es un puente emocional: un simple pescado en caldo con frijol puede evocar la infancia, a la madre o a la abuela, y eso tiene más peso que cualquier premio.
Para ella, el verdadero objetivo es que los visitantes se vayan felices del Valle de Guadalupe, entendiendo el profundo respeto local por el producto, el vino y el paisaje rudo y desértico que define a la región.
Por eso, en Amapola, la cocina se concibe como una experiencia centrada en el ingrediente, con inspiración principalmente marina, pero también con la importancia que merecen las carnes de la zona. Todo ello se complementa con la riqueza natural del hotel, donde incluso hay un jardín de plantas nativas que invita a una lectura más relajada del territorio.
Asimismo, la chef destacó la importancia de comprender el contexto del Valle de Guadalupe, pues resulta un territorio con un clima extremo y un paisaje desértico que obliga a mirar la gastronomía desde otra sensibilidad. Dijo que el Valle no es un destino típico de playa y fiesta, sino un lugar para caminar entre viñedos, descubrir jardines de plantas nativas y entender otro México, uno que ella misma describe como “un país aparte”.
En este entorno, la temporalidad y la trazabilidad del producto cobran un papel fundamental, indicó el chef Benito, pues se trata de respetar vedas, trabajar con ingredientes en su mejor momento y reconocer el valor del entorno como parte esencial de la propuesta culinaria. Esa filosofía es la que define a Amapola como una cocina de memoria, raíz e inspiración marina, siempre guiada por la ética del ingrediente.
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