Miso, el nuevo súper alimento japonés de moda: incorpóralo a tus guisos salados y dulces

Pasta miso. Foto: Pixabay

Maciel BG

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El miso se está convirtiendo en uno de los ingredientes más populares en redes sociales, blogs de cocina y restaurantes contemporáneos. Esta pasta fermentada proveniente del Japón ha sido durante siglos parte esencial de la gastronomía asiática, pero ahora sobresale por su aporte nutricional, su sabor a umami profundo, y por su versatilidad: funciona en platos salados, postres y hasta le da a las salsas y aliños con un toque especial.

Además de aportar proteínas, minerales como hierro, magnesio, potasio y beneficios probióticos, el miso ha captado la atención de quienes buscan ingredientes funcionales, sabrosos y que eleven platos simples a nuevas experiencias de sabor. Su fermentación, variedad y capacidad de realzar lo dulce y lo salado lo hacen ideal tanto para guisos caseros como para creaciones dulces inesperadas.

¿Qué es el miso y qué tipos puedes encontrar?

El miso es una pasta fermentada hecha a base de soja sola o combinada con cereales como arroz o cebada, sal marina y el hongo Aspergillus oryzae (koji). Su sabor varía mucho dependiendo del tipo y del tiempo de fermentación: los shiro miso (miso blanco) son suaves, dulces y fermentan poco tiempo; los mugi, genmai, o los misos rojos tienen sabores más intensos, umami pronunciado y más presencia salina.

Soja. Foto: Pixabay

Cómo usar miso en guisos salados

Para un guiso casero con miso, puedes preparar, por ejemplo, un estofado de verduras y pollo: sofríe cebolla, ajo y tus verduras favoritas, añade trozos de pollo y un caldo ligero. Cuando el guiso esté casi listo, disuelve una cucharada de miso en un poco de caldo caliente y agrégalo al final, sin dejar que hierva, para preservar los sabores y los componentes fermentados. El miso aporta profundidad umami, mejora el sabor del caldo y da una textura más redonda al plato.

Estofado con miso. Foto: Pixabay

Consejos útiles y precauciones

El miso no debe hervir: si lo calientas demasiado perderás los probióticos y enzimas útiles.

Añádelo siempre al final de la cocción de sopas o guisos.

Controla la sal: el miso ya es salino, así que ajusta la sal de tu receta si lo usas.

Guarda el miso abierto en refrigeración y bien cerrado para que conserve su calidad.

Puedes incorporarlo en tus postres al espolvorear un poco en tus helados o en el betún para tus pasteles.

El miso ya no es solo un condimento exótico, se ha convertido en un súper alimento de moda con gran respaldo gastronómico y nutricional. Si lo incorporas a tus guisos salados o incluso a tus postres dulces, obtendrás platillos con sabores profundos, aroma complejo e inesperadas combinaciones de dulce y salado.

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