Imposible comerlo hoy: la carísima moda en la Edad Media era bañar toda la comida de estos ingredientes

Laura Ceballos

Editora en Jefe

En la Edad Media, si querías impresionar a tus invitados, no era sufuciente ofrecer buena comida. La clave estaba en las especias, pero no en cantidad moderada. Para los nobles con dinero, como condes o barones, un buen banquete debía estar lleno de sabor y de ¿pretensión? Jengibre, canela, pimienta negra, azafrán, nuez moscada y muchas más eran parte esencial de las recetas. No era raro encontrar un faisán cubierto con una salsa que mezclaba hasta 17 condimentos diferentes. ¿Demasiado para el paladar moderno? Tal vez, pero en su época tenía todo el sentido y te diremos el porqué.

Las especias no solo realzaban el sabor de los alimentos, también eran una muestra clara de riqueza y posición social. Eran ingredientes caros, importados desde tierras lejanas, y su presencia en la cocina indicaba poder y contactos. Los banquetes eran la forma perfecta para presumir, nada de Instagram o TikTok, como ahora. Tanto así, que incluso se repartían las sobras a las personas con menos recursos como parte del ritual: mostrar generosidad… pero también superioridad.

El Llibre de Sent Soví, considerado el libro de recetas más antiguo de su tipo en la península ibérica, demuestra la obsesión por las especias que tenían en la época. Contiene 72 recetas del siglo XV y refleja una cocina exuberante y meticulosa. Es curioso que este recetario se atribuye a un cocinero inglés, aunque todo apunta a un autor local con raíces mediterráneas. Atribuirlo a un extranjero buscaba dar prestigio y un aire de exotismo a las recetas.

Otro detalle interesante es que muchas veces se combinaban sabores que hoy no imaginaríamos juntos: carne con azúcar, o platos con 15 especias distintas. Para los comensales de entonces, esta mezcla intensa era lo normal. De hecho, el historiador Michael Delahoyde explica que estas salsas especiadas eran comunes en la cocina de élite y que reflejaban no solo gusto, sino posición social.

¿Y por qué tantas especias? Se piensa que era para disimular el mal sabor de la carne; sin embargo, ese no era el propósito. Los nobles que podían pagar por especias también podían comprar carne fresca y de buena calidad. Además, ya existían métodos de conservación usando sal y vinagre. Lo que ocurrió, más bien, fue un cambio de preferencias: con el tiempo, el uso excesivo de condimentos fue perdiendo popularidad, mucho antes de que existieran los refrigeradores.

En la Edad Media, el sabor era importante, sí, pero era más relevante mostrar el éxito a través de cada plato. Comer bien y muy especiado era sinónimo de poder y dinero.

Artículo original publicado en Xataka.

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